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Conversación Yo y la Larva

Nunca había querido, yo mismo intenté que aquello muchas veces se me olvidara, ahora no deseo que se sepa, pero al mismo tiempo tengo miedo de morir con el secreto de la mortaja.

Siendo joven pasé, como lo hacía noche a noche por la plaza de San Vicente, camino a la casa de mi novia en San jeronimo.Cuando era de noche, una noche de luna nueva, me sale de una cueva de los higuerones una larva, transparente como una quedeja liminudosa, sinuosa, undúlente y con su propia luz terrenal. El potro y yo temblamos como asogados. Como sabía las palabras rituales para estos casos las usé “De parte de Dios todopoderoso di lo que quieres, si es plata conmigo, si es promesa, con otro” y la larva con voz muerta, de profesor muerto me dijo “Déjate de platas… y déjate de promesas. Soy el alma en pena del profesor sonámbulo a quien mató aquí un pendejo cazador chumeca. Como pasé del sueño de la vida al sueño de la muerte sin preparar el alma, peno mis culpas como pena sus culpas el negro que de pronto murió de remordimiento. Nada quiero de voz, ni una peseta, ni debo promesas. Quiero advertirte, y nada más quiero.”

“Ya sé que te las das de desafiante de muertos como don Juan Tenorio, jugando con convidados de piedra y con calaveras abandonadas y sonrientes en caminos silvestres. El asunto es peligroso y te aconsejo que no despiertes fuerzas que luego no puedes controlar. Déjanos en paz con nuestra luz perpetua si quieres que te dejemos a vos con tu luz infeliz y mortecina. Ya sabes que fui maestro de escuela y muy leído, me daba la madrugada leyendo las cumbres del espiritismo, Paracelso, Alberto el grande, Allan Kardec… me dormía sobre los libros y decían que salía luego sonámbulo por esta plaza.”

“Aprendí mucho en la tierra y ahora lo verifico en este nuevo mundo esotérico. El hombre no puede vivir sin hechizos y eso te lo aseguro, los maestros y profesores no pueden vivir sin tequio de dar lecciones, oírme, para provecho tuyo, esta elección de conocimientos elementales, de temores y demás entes de ultratumba que existen tan vitales como vos mismos, y los cuales han estudiado seriamente hombres como: Heródoto, Plutarco y Suetonio. En la alta edad media Titemeio y luego el médico don Salvador de Ardeines, este publicó un libro que era Fábrica Universal del mundo mayor y menor, y el padre Fuente la Peña del siglo 17 editó otro magnífico, El ente dilucidado, donde atribuye a oscuras cuestiones sexuales el acose de monstruos hermafroditas, trasgos, duendes, frailes enanos etcétera. El padre Fuente la Peña describe magníficamente a los duendes, duende no es más que un ente invisible, segundón, trasteador, así es como lo dice. Es bueno y útil y conveniente creer en duendes aunque el padre Feijo lo creé mal sano y peor lo niega en una de sus cartas eruditas y curiosas”

“No lo he visto por aquí al padre Feijo, para discutir, pues está en otro plano, pero te repito, es bueno y útil cultivarles. Los duendes son generalmente siete, visten de azul y se cuelgan del cuello ristras de ajos. Aman mucho jugar con los niños y ya habrás visto y oído de niños solos riendo, hablando y trayendo juguetes están regocijados con los duendes. Cuando le toman cariño a una persona o familia son excesivos, barren la cocina, lustran el moledero, chorrean café, baten el chocolate, desenguyan los bueyes, pican vástago, reparten las manos de plátano entre los terneritos y raspan la tapa de dulce.”

“Huyendo de los ruidos nocturnos, del trasteo, de lo incongruente, de las presencias palpables, pero invisibles, una familia cambio de casa, cuando iba con los últimos chunches a la nueva residencia, alguien dijo: olvidamos la bolsa de chorrear café. A que va aquí la llevo yo replicó que nadie supo donde salia, pero que todos oyeron, era el duende familiar.”

“Antonio Torquemada en curioso libro que te aconsejo adquirir, Jardín de Flores Curiosas, llama con sinónimo a los duendes, trasgos. Y jovencito, basta por hoy de duendes, sigamos con otros temas. La luz que suele salir de los árboles, el hermano espíritu parlanchín de poco fiar y la sombra parecen tres, pero en realidad son un solo espíritu materializado. Son el espíritu maligno que andan buscando la perdición de las almas. Su lucha es continua con el ángel de la guarda y que cuida con la vida de uno hasta el final. La muerte lo dice San Pablo en carta a los corintios, es el anticristo, la muerte tiene que vencer pro sorpresa y de mala fe al ángel de la guarda para llevarse un alma, a los profundos del más allá. Cuando Cristo vuelva, la muerte morirá, será entre nuestra general alegría, solo una muerte más.”

“Hay espíritus inofensivos, burlones, que quieren advertir gentes o que más bien buscan la protección de los vivos. Ustedes que quizás les ven alguna vez, les llaman los bultos, permanecen en instancias abandonadas, en salas grandes y oscura, con muebles gigantescos, No has visto alguna vez en una casa de estas mecerse sobre las poltronadas y atención, que voy a seguir con más…”

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