Conocé sobre la realidad de la alimentación tradicional y la globalización alimentaria… Fabián Alonso Brenes Tames Estudiante Historia TCU-486
“Somos lo que comemos”
\
Tal y como lo apunta la frase referida en el título del presente artículo, nuestra alimentación es parte fundamental de lo que somos y de nuestro estilo de vida, influyendo en algo tan relevante como la salud. Justamente nuestra forma de alimentación puede estar representada en múltiples hábitos de alimentación y aún más en una gran cantidad de alimentos o productos alimenticios que en las décadas recientes se han incrementado exponencialmente, ante el avance de fenómenos como la industria agroalimentaria.
Por ende, resulta importante reflexionar sobre la relación que se ha establecido entre la preparación y consumo de alimentos denominados tradicionales y el avance de la globalización alimentaria, basada en la alta comercialización de productos alimenticios, incidiendo en nuestros hábitos de alimentación y en la salud misma. La reflexión también va dirigida a revalorizar el consumo de alimentos conocidos como tradicionales, los cuales en su mayoría propician una alimentación más saludable.

Alimentación tradicional
Los alimentos o comidas tradicionales de un grupo social constituyen una manifestación cultural, donde se ponen en práctica conocimientos y formas de preparación de determinados alimentos que pasan a formar parte de espacios de socialización y/o eventos festivos donde dichos alimentos conllevan un simbolismo propio y asociado a aspectos culturales vinculados a una época específica del año o celebración cívico-religiosa; la asociación entre determinadas prácticas socioculturales y ciertos alimentos le confiere a estos últimos un sentido de identidad ligado al espacio nacional, regional o local. A la vez, la alimentación tradicional está asociada a la cocina tradicional, haciendo del proceso de preparación de los alimentos una experiencia social de gran relevancia en el entorno familiar y cargada de un fuerte simbolismo cultural a partir de la preparación y consumo de determinados alimentos en un espacio de socialización (Sedó Masis 2015, 82).
También puede mencionarse la alimentación popular, como otra manifestación de hábitos y prácticas de alimentación caracterizadas por su frecuencia o consumo cotidiano en determinado conjunto social, y muy vinculado a la vez con la cocina como un espacio de convivencia familiar en la preparación y consumo de los alimentos diarios (Sedó Masis 2015, 83).
En el caso de Costa Rica existe una amplia variedad de alimentos o platillos que pueden ser considerados como tradicionales y/o populares, dicha diversidad se explica en parte por la gran disponibilidad de alimentos que se producen en distintas regiones del país, sobre todo en la producción agropecuaria. El consumo de granos como el arroz y el maíz; leguminosas como los frijoles, lentejas, garbanzos y arvejas; así como frutas y vegetales que se cultivan en distintas regiones del territorio costarricense, constituyen una parte central en la dieta de las personas que habitan el país, siendo utilizados también en la preparación de alimentos tradicionales vinculados a épocas específicas del año, así como festividades cívico-populares y religiosas; por ejemplo, las festividades de fin y principio de año o la semana santa.
No se puede dejar de lado el vínculo entre las prácticas y tradiciones alimentarias con respecto a la conformación de identidades culturales, las cuales encuentran en la preparación y consumo de determinados alimentos una forma de diferenciarse o bien preservar una tradición, no sólo ligada a la alimentación, siendo también cómo una expresión cultural que genera identidad o arraigo para determinado grupo social (Entrena Durán 2008, 31-32).
En el caso de Costa Rica la relación entre prácticas alimentarias e identidad cultural se manifiesta en todo el país. Por ejemplo, en la región del Caribe costarricense donde la interacción de la cocina caribeña y la criolla, junto con la aportación de las diversas culturas que han enriquecido la identidad cultural de la región históricamente (grupos indígenas, asiáticos, afrocaribeños, europeos), han dado forma a platillos o alimentos que han pasado a convertirse en expresiones culturales muy propias de la región; por ejemplo, el bien conocido “rice and beans”, “el rondón”, “los patacones”, así como la “salsa caribeña”, constituyen manifestaciones culturales que se basan en la preparación y consumo de platillos que se identifican con dicha región (De la Cruz, 2-4).

Globalización alimentaria
Con la aparición del fenómeno globalizador en el último cuarto del siglo XX y su expansión a nivel mundial, distintas facetas de la vida en sociedad se han visto modificadas. En el caso de la alimentación como elemento cultural, constituye un buen ejemplo de cómo el avance de la globalización ha modificado las prácticas y hábitos de alimentación en múltiples sociedades, incluyendo a la misma sociedad costarricense.
Comúnmente la globalización es definida a partir de la interconexión mundial que se ha generado en base a nuevas tecnologías y los medios de comunicación crecientes; sin embargo, la globalización ha generado un impacto que va más allá del acceso a la información o la rápida comunicación, también distintos espacios sociales y fenómenos culturales se han visto modificados por el avance de la globalización. De esta forma, distintos fenómenos asociados al desarrollo de la corriente globalizadora han propiciado nuevas formas de consumo, donde también se incluye el consumo de alimentos.
El comercio transnacional aparece como una pieza clave en la globalización alimentaria, ampliando el intercambio comercial de productos alimenticios de muy variada elaboración y procedencia; facilitando la introducción de productos, así como prácticas alimenticias que convergen con alimentos y productos tradicionales propios de cada región o país. Por otro lado, la aparición de industrias ligadas a los sectores agropecuarios y alimenticios, han generado procesos de monopolización y homogeneización de la dieta de las personas; un ejemplo de ello, son “las comidas rápidas”, como una cultura de alimentación basada en la inmediatez y el consumo de alimentos procesados o de cocción rápida, disminuyendo su valor nutricional (Hernández, Villaseñor 2014, 559-562).
La introducción de nuevas prácticas y hábitos de consumo alimenticio se traducen en la aparición de nuevas identidades gastronómicas, donde hay una variación en la dieta a partir de cambios en los productos consumidos o bien en su preparación. Ejemplos de dichas identidades gastronómicas se presentan en la comida rápida y las cadenas de restaurantes que se extienden por distintas regiones del planeta; así como el surgimiento de personas que optan por una forma de alimentación exclusiva, basada por ejemplo en alimentos puramente vegetales (veganos) (Rebato 2008, 141-143).
Vale la pena también mencionar que la globalización alimentaria ha propiciado procesos de transculturación, donde justamente productos alimenticios y determinadas formas de preparación de una cultura específica son transmitidas o readaptadas en otro contexto sociocultural. La intercomunicación e inmediatez propias de la globalización han dado paso a nuevas experiencias gastronómicas, así la aparición de prácticas alimenticias ligadas a alimentación mexicana, asiática, europea o caribeña en un mismo país fomenta la diversidad gastronómica y la relación con otras culturas lejanas o poco conocidas (Ayuso, Castillo 2017, 4-5).
Reflexiones finales
Como parte de las consideraciones finales de este breve artículo, me parece relevante mencionar que la aparición de la globalización alimentaria y sus distintas manifestaciones en las prácticas alimentarias de la sociedad costarricense, surge como una oportunidad para revalorizar la alimentación cotidiana y/o tradicional del país y las distintas regiones que lo componen.
Dicha revalorización pasa en parte por reconocer el valor nutricional de muchos alimentos tradicionales y de consumo cotidiano; por ejemplo, el consumo racional del arroz, distintos tipos de leguminosas, o bien, el consumo de picadillos, pastas, sopas y carnes, así como los distintos tipos de ensaladas, son tan sólo una pequeña muestra de una forma de alimentación variada que ofrece un mayor aporte nutricional, en relación al consumo desmedido o constante de comidas rápidas, frituras y alimentos con demasiado aditivo artificial; los cuales al convertirse en un hábito de alimentación genera serios problemas nutricionales y de salud.
A lo anterior, se suma la gran ventaja de tener acceso a una amplia diversidad de vegetales y frutas que pueden ser integrados a las comidas cotidianas, propiciando una alimentación más balanceada.
De esta forma, se realza el valor de mantener prácticas y hábitos alimenticios propios de la amplia cultura gastronómica costarricense, no sólo por una cuestión de preservación de tradiciones, sino también porque un consumo adecuado de estos alimentos fomenta una forma de alimentación más saludable. Esto no significa que sea inapropiado el consumo de alimentos o productos “industrializados” o “comidas rápidas”, lo relevante es no generar un hábito hacia este tipo de alimentación, la cual vaya a sustituir otras prácticas o hábitos basados en alimentos mucho más saludables.
Una última reflexión que me parece relevante apuntar es la relación entre la globalización alimentaria y la calidad del sistema agroalimentario característico de este proceso globalizador, donde es común que las personas consuman alimentos procesados originarios de países extranjeros, lo cual genera dificultades para constatar la calidad de los alimentos preparados por industrias agroalimentarias.
Según las autoras Hernández y Villaseñor, la calidad de los alimentos se basan en las características intrínsecas de estos, centrándose en aspectos como el sabor, frescura, textura y tal vez el aspecto más importante, higiene, sobre todo al tratarse de alimentos que pasan por un procesamiento y adición de componentes que influyen en los aspectos antes mencionados, así como en su valor nutricional. El uso de aditivos químicos en muchos de los alimentos procesados que se encuentran en el mercado hace que dichos alimentos adquieran características particulares que determinan su valor nutricional e influyen en la salud de las personas que consumen dichos alimentos de manera sobre todo constante.
Dichos aditivos químicos por lo general favorecen la durabilidad o preservación de los alimentos, así como su sabor y textura; empero, no se toma en cuenta los problemas a la salud que dichos aditivos generan en la población a mediano y largo plazo.
Justamente, por el vínculo existente entre alimentación y salud, sobre todo en momentos donde la salud humana es más vulnerable; es que este artículo invita a reflexionar sobre los hábitos alimentarios que practicamos y su influencia en nuestra salud. La invitación también es a preservar y/o retomar la alimentación tradicional bajo prácticas alimenticias saludables; paralelo a la participación en la globalización alimentaria como consumidores inteligentes y responsables con nuestra propia
salud. Es tiempo de sacar provecho de la amplia diversidad de posibilidades en la alimentación, sin olvidar que; ¡Somos lo que comemos!

Bibliografía
Ayuso Peraza, Giselle, María Teresita Castillo León. 2017.
“Globalización y nostalgia. Cambios en la alimentación de familias yucatecas”. Revista de Alimentación Contemporánea y Desarrollo regional 27 (50): 1-28.
De la Cruz Figueroa, Yalena. 2015. “El binomio turismo- salud la comida caribeña”. Folleto informativo. Proyecto 530: Relación e impacto del turismo en la salud de las personas que habitan la provincia de Limón. Universidad de Costa Rica. http://www.kerwa.ucr.ac.cr/bitstream/
handle/10669/74723/04%20Co m i d a % 2 0 c a r i b e ñ a %2 0%28arte%20final%29-compressed.pdf?sequence=4&isAllowed=y
Entrena Durán, Francisco. 2008. “Globalización, identidad social y hábitos alimentarios”. Revista de Ciencias Sociales (119): 27-38.
Hernández Moreno, María del Carmen, Angélica Villaseñor Medina. “La calidad en el sistema agroalimentario globalizado”. Revista Mexicana de Sociología 76 (4): 557 582.
Rebato Ochoa, Esther. 2009. “Las nuevas culturas alimentarias: globalización vs. etnicidad”. Revista Osasunaz 10: 135-147.
Sedó Masis, Patricia. 2015. “Un acercamiento a la esencia de la cocina patrimonial de Costa Rica”. Revista Herencia Vol. 28 (2): 81-92.