ÓSCAR CHACÓN
Una historia en los cafetales de Alajuela:
De carajillo, 11 años, 12 años cogía café en Alajuela, llegaba a las 7 de la mañana y me iba en la tarde, 4 o 5 de la tarde, todo el día cogiendo. La finca tenía 1000 manzanas de café. Los cafetales estaban muy metidos, entonces uno llevaba el almuerzo, envuelto en las hojas de plátano. Frijoles, carne, arroz, en las hojas se conserva muy bien el calor. El fresco no lo llevaba, lo sacábamos de los mis árboles de naranja. Yo recolectaba el café y se lo daba al mandador de la finca, me pagaban según la medida. A veces hacía 2 canastos, 3 canastos y medio, 4 canastos, a veces uno cogía mucho, a veces perdía el tiempo ahí con las muchachas
Me iba a los cafetales con las muchachas, era bonito, bien acompañado. Pasa uno todo el día metido en el cafetal. De vez en cuando cogiendo café, otras veces agarraba una muchacha para distraerme. Los cafetales se llenaban de gente, sobre todo de muchachas. La pasaba bien, épocas muy bonitas… No recuerdo cuánto pagaban por canasta… cualquier cochinada le pagaban a uno. La plata que ganaba era para mí y lo gastaba en golosinas, como melcochas que venían envueltas en hojas de naranja.
Más por la plata iba por el vacilón, por las muchachas que llegaban también. Era muy bonito porque pasaba uno el rato, un rato cogiendo café, otro rato cogiendo de la mano a las muchachas. Ellas hacían que cogían de la mano, ¡mentira!, lo que querían era vacilar. Era muy bonito.